Siempre se asocia el duelo con la muerte, pero una ruptura, una pérdida o una situación que provoque un cambio drástico en nuestro modo de vida también supone un duelo. Todos estos supuestos explora Volver a florecer, la primera serie sudafricana que he visto.
Fleur ve como su negocio se hunde y se ve obligada a mudarse, con su hija adolescente Kelly, a casa de sus padres en la localidad costera de Wilderness. Regresa con sus propios demonios internos y debe hacer frente a unos progenitores cuya relación hace aguas y a la complicada dinámica que mantiene con su madre Abigail, novelista de éxito que ve como su estabilidad se tambalea.
Kelly, por su parte, tiene que integrarse en un nuevo colegio con nuevas amistades, intereses amorosos y problemas propios de su edad.
Fleur empieza a trabajar en la floristería del mujeriego Werner, aunque le cuesta hacerse un hueco en la plantilla. Lo que comienza como una amistad entre ambos podría evolucionar en algo más a medida que avance el tiempo.
Tiene siete capítulos de unos 45 minutos de duración y la historia concluye. Es agradable, reflexiona sobre temas interesantes y los paisajes son espectaculares.
Como punto de mejora propondría no ridiculizar a la pobre protagonista a la que, en ocasiones, parece que se le acumulan las desgracias y que tiene a todo el mundo en contra.
Comentarios