Confieso que en el arranque de la segunda temporada de Bienvenidos a Edén me planteé no seguir viéndola. Me resultó demasiado violenta y cruda y no me apetecía ver cosas tan desagradables. Luego bajó un poco el ritmo y me reacostumbré a ella y, sinceramente, la he disfrutado tanto o más que la primera.
Tras el asesinato de Ulises la rebelión, liderada por Bel y Zoa, trata de matar a Astrid con distintos planes, pero todos fracasan. No conozco a nadie que haya sobrevivido a tantos intentos de asesinato como ella.
Los nuevos personajes suponen un soplo de aire fresco y van ganando protagonismo a medida que avanza la temporada. Con las incesantes muertes era importante nutrirse de otras caras como Som (Nona Sobo de “Entrevías”), Gabi (la hermana de Zoa que por fin llega a la isla) y Danae (Lucía Guerrero de “El Cid” y “Luna. El misterio de Calenda”). Las tres dan un giro y demuestran que no son lo que aparentan.
En cuanto a Astrid y Erick, integran en sus vidas a Isaac, descubrimos más de su pasado y sus motivaciones y de su particular forma de relacionarse. África da el bombazo al enterarse de que está embarazada de Erick.
El final, con la llegada de la detective y su equipo, deja muchos interrogantes. ¿Lograrán desmantelar la secta? ¿Existirá el utópico Nuevo Edén? Netflix aún no ha confirmado si la renueva para una tercera tanda, aunque la historia da para más entregas.
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