Manual para señoritas ha sido una de las grandes apuestas nacionales de Netflix para este año. La llamada Bridgerton española venía con muchas expectativas: elenco conocido y productora de otros éxitos como Las chicas del cable. Sin embargo, no ha acabado de cuajar y ha sido cancelada tras su primera temporada.
Es una pena porque la historia daba, al menos, para otra tanda. Su tono ha sido fresco, muy cómico y original, al romper constantemente la protagonista la cuarta pared e interactuar con el narrador y los espectadores.
Elena Bianda es una dama de compañía y casamentera con buena reputación, que hace lo imposible para ser contratada por la familia Mencía, compuesta por un padre viudo y tres hijas solteras.
Su primer reto es oficializar el compromiso de Cristina, la mayor. No obstante, todo se trunca cuando su casi prometido la deja plantada. Elena tiene que buscar un sustituto mientras lidia con la independiente Sara y la inquietante Carlota.
El periodista y amigo de la familia Santiago Torres parece la opción ideal, pero la atracción entre ambos complica las cosas. ¿Puede una casamentera enamorarse?
La acción se sitúa a finales del siglo XIX y explora temas como la diferencia de clases sociales, la homosexualidad, los embarazos no deseados y la independencia de las mujeres. Las localizaciones, entre las que destacan Aranjuez, la Granja de San Ildefonso y el complejo de Sant Pau, en Barcelona, son espectaculares y el vestuario de lo más colorido.
En definitiva, y pese a su única temporada y a dejar la trama inconclusa, es recomendable porque es ligerísima, supone un soplo de aire fresco y reflexiona sobre algunos aspectos interesantes.
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