Con cuatro temporadas a sus espaldas "La casa de papel" se ha convertido en un fenómeno mundial. Incluso aquellos que no han visto la serie conocen los monos rojos y las caretas de Dalí de verlos en disfraces y en numeroso merchandising.
Estrenada en Antena 3 y, posteriormente, adquirida por Netflix ha sido la plataforma de pago la que le ha dado el empujón internacional y ha producido, en exclusiva, las dos últimas temporadas y la quinta, que será la final y que aún no ha visto la luz.
El punto de partida es sencillo. Un misterioso hombre, que se hace llamar "El profesor", recluta a un grupo de delincuentes con diversas habilidades para organizar un atraco a la Fábrica de Moneda y Timbre. No conocerán sus verdaderos nombres y cada uno tendrá un alias que será una ciudad del mundo. Su objetivo es hacerse millonarios evitando derramamientos de sangre y conseguir que la gente se identifique con ellos y les apoye.
En el primer capítulo ya entran en el lugar y toman diversos rehenes: la plantilla del centro y un grupo de estudiantes que habían acudido a visitarlo.
Mi pregunta en este punto fue: ¿cómo mantener una serie en la que la trama se inicia con el atraco y este no concluye hasta el final? La clave está en unos buenos guiones, el uso de numerosos flashbacks e intercalar historias que ocurren fuera, ya que el Profesor no entra en el lugar de acción, sino que trabaja desde la calle.
Además de atracadores y rehenes, los policías cobran un protagonismo especial. La inspectora Raquel Murillo será la encargada de negociar con el Profesor, con el que conectará a nivel personal.
Tras dos temporadas el argumento concluye y queda totalmente cerrado, con los atracadores huyendo millonarios a diversos lugares del planeta acompañados por Raquel Murillo y por Esther, la secretaria.
Aquí volvió a surgirme la duda de cómo iban a retomar la historia y decidieron hacerlo con un segundo atraco, esta vez al Banco de España, con la excusa de salvar a Río, que estaba siendo torturado por la policía.
El Profesor se puso manos a la obra y montó un equipo con nuevas incorporaciones.
Porque, aunque todo parezca de color de rosa, entre los ladrones ha habido diversas bajas como Oslo, Moscú y Berlín en el primer golpe y la cruel muerte de Nairobi en el segundo.
También hay nuevos villanos como la inteligente policía Alicia Sierra y el degenerado guardia de seguridad Gandía.
Una serie original, especialmente en sus dos primeras temporadas, que engancha y cuyo final esperamos conocer muy pronto para ver si el Profesor y su banda vuelven a salir impunes y, de paso, forrados.
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