En la Sevilla de años 20 se incorpora como profesora a una prestigiosa academia de señoritas Teresa, una mujer liberal y adelantada a su tiempo que esconde un secreto.
Así comienza 'La otra mirada', que acaba terminar su primera temporada en TVE y ha sido una de las series que más me ha gustado en los últimos tiempos.
Tanto la cadena, como la productora la han vendido como una historia "feminista", aunque discrepo. Simplemente está protagonizada por mujeres y nos muestra su papel en la sociedad de la época y los retos a los que se tenían que enfrentar. Lo único que se le puede achacar es que, en ocasiones, son demasiado "positivos" con la resolución de algunos conflictos que, me temo, hubiesen acabado bastante peor hace casi 100 años.
Entre las docentes tenemos a la mencionada Teresa, cuyo pasado descubriremos (tengo que admitir que adiviné el enigma, se ve que me estoy haciendo experta y resulta difícil sorprenderme); a Manuela, que dirige la academia por primera vez tras heredarla de su madre y tratará de modernizarla; a Ángela, con una vida aparentemente idílica con su marido y sus cinco hijos; y a Luisa, una profesora experimentada a la que le costará adaptarse a los nuevos tiempos.
Uno de los grandes aciertos de ‘La otra mirada’ es la calidad de sus intérpretes. Por fin vemos a Macarena García (Manuela) en un papel acorde a su edad y que le permite mostrar su enorme talento; Cecilia Freire (Ángela) está inmensa en el capítulo 9 ‘Viacrucis’; y el personaje de Ana Wagener (Luisa) guarda tanto en su interior que la actriz sencillamente borda los matices.
Otro punto muy positivo es que nos va presentando al elenco paulatinamente. Así, no sólo conocemos los retos a los que se enfrentan las profesoras, sino también las alumnas.
Concretamente son un grupo formado por seis jóvenes que encabeza Roberta, la más audaz de las estudiantes, que confiesa estar un poco harta de ser el centro de atención. Margarita, por el contrario, desearía destacar un poco más. También está María Jesús, que no se encuentra a gusto consigo misma; Macarena, a la que no le interesa ser excesivamente femenina; Candela, empeñada en superar sus obstáculos para cumplir sus sueños; y Flavia, que se debate entre seguir a su corazón u obedecer a su familia.
La trama queda abierta y daría para más temporadas, pero su renovación es una incógnita debido a sus discretos datos de audiencia y a la situación de TVE. Espero que decidan darle una continuidad porque es una apuesta distinta, una historia bien contada y mejor interpretada, y un reflejo de las diversas barreras que ha tenido, y tiene, que superar la mujer.
Así comienza 'La otra mirada', que acaba terminar su primera temporada en TVE y ha sido una de las series que más me ha gustado en los últimos tiempos.
Tanto la cadena, como la productora la han vendido como una historia "feminista", aunque discrepo. Simplemente está protagonizada por mujeres y nos muestra su papel en la sociedad de la época y los retos a los que se tenían que enfrentar. Lo único que se le puede achacar es que, en ocasiones, son demasiado "positivos" con la resolución de algunos conflictos que, me temo, hubiesen acabado bastante peor hace casi 100 años.
Entre las docentes tenemos a la mencionada Teresa, cuyo pasado descubriremos (tengo que admitir que adiviné el enigma, se ve que me estoy haciendo experta y resulta difícil sorprenderme); a Manuela, que dirige la academia por primera vez tras heredarla de su madre y tratará de modernizarla; a Ángela, con una vida aparentemente idílica con su marido y sus cinco hijos; y a Luisa, una profesora experimentada a la que le costará adaptarse a los nuevos tiempos.
Uno de los grandes aciertos de ‘La otra mirada’ es la calidad de sus intérpretes. Por fin vemos a Macarena García (Manuela) en un papel acorde a su edad y que le permite mostrar su enorme talento; Cecilia Freire (Ángela) está inmensa en el capítulo 9 ‘Viacrucis’; y el personaje de Ana Wagener (Luisa) guarda tanto en su interior que la actriz sencillamente borda los matices.
Otro punto muy positivo es que nos va presentando al elenco paulatinamente. Así, no sólo conocemos los retos a los que se enfrentan las profesoras, sino también las alumnas.
Concretamente son un grupo formado por seis jóvenes que encabeza Roberta, la más audaz de las estudiantes, que confiesa estar un poco harta de ser el centro de atención. Margarita, por el contrario, desearía destacar un poco más. También está María Jesús, que no se encuentra a gusto consigo misma; Macarena, a la que no le interesa ser excesivamente femenina; Candela, empeñada en superar sus obstáculos para cumplir sus sueños; y Flavia, que se debate entre seguir a su corazón u obedecer a su familia.
La trama queda abierta y daría para más temporadas, pero su renovación es una incógnita debido a sus discretos datos de audiencia y a la situación de TVE. Espero que decidan darle una continuidad porque es una apuesta distinta, una historia bien contada y mejor interpretada, y un reflejo de las diversas barreras que ha tenido, y tiene, que superar la mujer.
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