La séptima temporada de 'Juego de tronos' me ha hecho sufrir. Sé que esta afirmación suena dura, pero es totalmente cierta. Por una parte, no he conseguido terminarla hasta hace muy poco, lo que provocaba que tuviese verdadero pavor a los spoilers en las redes sociales. Por otra, sospechaba que uno, o varios, de los protagonistas iban a morir en determinados momentos y esto me tenía totalmente angustiada.
Sin embargo, no todo ha sido negativo y creo que uno de los motivos por los que recordaré esta temporada es por sus localizaciones vascas. Cuando se hizo público que el equipo rodaría en sitios como San Juan de Gaztelugatxe y Zumaia creí que acabarían apareciendo en un par de escenas de soslayo. Me alegro de haberme equivocado de pleno, ya que Rocadragón ha sido uno de los lugares en los que se ha desarrollado gran parte de la acción.
Había visitado previamente en un par de ocasiones San Juan de Gaztelugatxe, aunque tenía pendiente ir a Zumaia. Este año las circunstancias me han llevado a visitar ambos parajes desde diferentes barquitos y, como toda la costa cantábrica, son altamente recomendables.
En cuanto al avance de la trama, aviso que aquí llegan los temidos spoilers, me ha convencido. Todo ha estado muy relacionado con la gran guerra entre los vivos y los muertos que culminará la temporada que viene (que será la última de la serie). Hemos visto a los caminantes blancos avanzar posiciones hasta llegar a traspasar el temido muro en la escena final por lo que la batalla, y el invierno, están ya aquí.
Me da la sensación de que el reparto ha sido menos coral de lo que nos tenían acostumbrados y ha habido claros protagonistas. En el bando Stark por fin hemos confirmado lo que nos habían dejado entrever en la anterior temporada, Jon Snow es un Targaryen y es el legítimo heredero al trono. Su incestuosa relación con Daenerys, la madre de los dragones, nos ha tenido en vilo y veremos cómo avanza cuando se descubra su verdadero origen.
Los dragones han cobrado mucho más protagonismo. La muerte de Viserion fue muy triste y su posterior "resurrección" un tanto terrorífica. Ahora sí hay una verdadera lucha entre el fuego y el hielo.
Los momentos más emotivos los hemos vivido en el reencuentro de los Stark. Sansa, Arya y Bran están juntos, y más unidos que nunca, en Invernalia. El último capítulo fue una clara muestra de ello y de la gran evolución que ha vivido el personaje de Sansa desde sus inicios de niña tonta. No puedo esperar al reencuentro entre Jon y Arya porque me da que se me van a saltar las lágrimas.
En la casa Lannister en el episodio final vi peligrar las vidas de Tyrion y Jamie a manos de su hermana Cersei, aunque esta no acabó vengándose de ninguno. Por supuesto, era de esperar que no se uniese a la lucha de Jon y Daenerys porque sería un giro ilógico por su parte y porque los villanos son necesarios para que existan los héroes.
Ahora queda por delante mucho, mucho tiempo hasta los próximos capítulos en los que tendremos batallas, muertes, amores y, sobre todo, la respuesta a quién es el propietario del Trono de Hierro.
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