Precedida por una fuerte campaña promocional ha desembarcado la primera serie original de Netflix producida en España. La crítica no ha sido muy magnánima con ella, pero, como rara vez coincido con los gustos de los "gurús de las series", he decidido darle una oportunidad para formarme una opinión propia.
Son ocho capítulos y un final totalmente abierto, aunque, afortunadamente para los espectadores, Netflix ha prometido una segunda temporada.
Madrid, 1928, una compañía de telecomunicaciones convoca una entrevista masiva para telefonistas. Allí coinciden Lidia, una ladrona de guante blanco con una misión muy concreta; Carlota, una niña bien que busca independizarse de su estricto padre; y Marga, recién llegada del pueblo a la gran ciudad. Todas ellas conseguirán un puesto y se unirán a la experimentada Ángeles, que, junto a su esposo Mario, lleva tiempo trabajando en la empresa.
Conoceremos las vidas de las chicas, sus amores y desamores, sus problemas como mujeres en una época de derechos extremadamente escasos, y observaremos cómo avanza su relación de amistad. A nivel visual resulta llamativo el vestuario de la época: los cortes de pelo, los vestidos, los sombreritos… Los estilistas se han esmerado especialmente con el personaje de Blanca Suárez, todo un icono de la moda.
Como viene siendo habitual en las series españolas encontramos multitud de viejos conocidos entre sus intérpretes. Los protagonistas del triángulo amoroso Francisco (Yon González), Lidia (Blanca Suárez) y Carlos (Martiño Rivas) coincidieron en la notable 'El internado' como Iván, Julia y Marcos, respectivamente. Si me preguntan con quién quiero que se quede Lidia sólo puedo responder que la pareja Iván y Julia me tiene ganada desde su adolescencia.
Una irreconocible Ana Polvorosa (Sara) demuestra su gran capacidad de cambio de registro desde que encarnara a "La Lore" en 'Aída' y Ana Fernández (Carlota) ha madurado mucho desde su juventud en 'Los protegidos'.
Las críticas más comunes a ‘Las chicas del cable’ han sido que recuerda demasiado a 'Galerías Velvet' (son de la misma productora) y que es un culebrón. Ambas son ciertas, pero, en su defensa, he de añadir que es una serie que engancha y se ve muy rápido, que sus interpretaciones son más que correctas y que se sitúa en una época poco explotada a nivel audiovisual.
El único peligro que corre es que acaben estirando el argumento en exceso, como ha pasado con Velvet. Debería tener un recorrido de dos temporadas, tres a lo sumo. Veremos si son capaces de cortar la gallina de los huevos de oro.
Son ocho capítulos y un final totalmente abierto, aunque, afortunadamente para los espectadores, Netflix ha prometido una segunda temporada.
Madrid, 1928, una compañía de telecomunicaciones convoca una entrevista masiva para telefonistas. Allí coinciden Lidia, una ladrona de guante blanco con una misión muy concreta; Carlota, una niña bien que busca independizarse de su estricto padre; y Marga, recién llegada del pueblo a la gran ciudad. Todas ellas conseguirán un puesto y se unirán a la experimentada Ángeles, que, junto a su esposo Mario, lleva tiempo trabajando en la empresa.
Conoceremos las vidas de las chicas, sus amores y desamores, sus problemas como mujeres en una época de derechos extremadamente escasos, y observaremos cómo avanza su relación de amistad. A nivel visual resulta llamativo el vestuario de la época: los cortes de pelo, los vestidos, los sombreritos… Los estilistas se han esmerado especialmente con el personaje de Blanca Suárez, todo un icono de la moda.
Como viene siendo habitual en las series españolas encontramos multitud de viejos conocidos entre sus intérpretes. Los protagonistas del triángulo amoroso Francisco (Yon González), Lidia (Blanca Suárez) y Carlos (Martiño Rivas) coincidieron en la notable 'El internado' como Iván, Julia y Marcos, respectivamente. Si me preguntan con quién quiero que se quede Lidia sólo puedo responder que la pareja Iván y Julia me tiene ganada desde su adolescencia.
Una irreconocible Ana Polvorosa (Sara) demuestra su gran capacidad de cambio de registro desde que encarnara a "La Lore" en 'Aída' y Ana Fernández (Carlota) ha madurado mucho desde su juventud en 'Los protegidos'.
Las críticas más comunes a ‘Las chicas del cable’ han sido que recuerda demasiado a 'Galerías Velvet' (son de la misma productora) y que es un culebrón. Ambas son ciertas, pero, en su defensa, he de añadir que es una serie que engancha y se ve muy rápido, que sus interpretaciones son más que correctas y que se sitúa en una época poco explotada a nivel audiovisual.
El único peligro que corre es que acaben estirando el argumento en exceso, como ha pasado con Velvet. Debería tener un recorrido de dos temporadas, tres a lo sumo. Veremos si son capaces de cortar la gallina de los huevos de oro.
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