Los guionistas de "Emily en París" dan vueltas y vueltas sobre la situación laboral y sentimental de la protagonista para retornar siempre al punto de partida. Este sería un resumen de la tercera temporada y ya está renovada para una cuarta.
¿Significa eso que no merece la pena ver los nuevos capítulos? Definitivamente no. Mantiene su esencia: luminosidad, planos preciosos de París y tramas ligeras y entretenidas. Desprende energía positiva, es muy agradable de ver y permite abstraerte, al no hacerte pensar demasiado.
En el plano laboral Emily no decide si trabajar para Sylvie o para Madeline y al descubrir ambas que está pluriempleada, la primera la despide. Finalmente, la americana se rinde y vuelve a su país y, tras un breve impasse como parada, Emily es contratada de nuevo por Sylvie. Contarán con su clientela habitual e incorporarán a algunos nuevos.
Julien siente celos profesionales porque Emily siempre se inmiscuye en sus propuestas y se plantea abandonar la agencia. No me extraña que Julien se harte, ya que la estadounidense resulta pesada.
En el plano sentimental Camille se siente atraída por la artista griega Sofía, con quien mantendrá un affaire mientras se compromete con Gabriel; y Emily vuelve con Alfie, que se instala en París y profundiza su amistad con el chef.
¿Cómo nos quedamos? Con una Camille que abandona a Gabriel porque sigue enamorado de Emily, con un Alfie que deja a Emily por la misma razón y con Camille embarazada. ¿Qué sería de los últimos episodios sin un pequeño bombazo final? Con esta cara se quedan los protagonistas tras compartir la noticia.
No podían faltar los maravillosos estilismos característicos de la serie. El vestido de la foto de arriba, este color lavanda para el viaje a Provenza y el abrigo de plumas se encuentran entre mis favoritos.
En cuanto a Sylvie y a Mindy ambas cambian de pareja con aparente alegría y sin mirar atrás. La publicista deja al fotógrafo Erik por su todavía marido Laurent, y la artista a su compañero Benoît por el multimillonario Nicolas.
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